Sobre ella, y su historia
¿Quien es ella?
¿Quienes son ellos?
Arlette es la tercera hija de sangre pura de los elfos primogénitos del Nordeste. Esto implica que es una candidata a progenitora y procreadora y por tanto, su pueblo no puede dejar que resulte herida de ninguna de las maneras.
Los elfos nacen con la misma apariencia con la que crecen, y a medida que van creciendo pueden modelar su aspecto cantándole alabanzas a Gran Madre. Ella es quien da la vida y la quita, es quien promueve los mas grandes y pequeños cambios en el mundo, muchos la llaman Madre naturaleza, pero es un termino incorrecto e incompleto.
La raza élfica del Nordeste tenia una extraña peculiaridad, los hombres podían usar poca magia, podían luchar y actuar como cualquier otro elfo. Las mujeres en cambio, mantenían un estrechísimo lazo con Gran Madre, llegando a comunicarse con ella y a poder sentir su dolor y sufrimiento como si fuera propio. Por esta razón, cuando una elfa quedaba bendecida con el don de la procreación siempre se rezaba para que fuera un varón, pues si la criatura por nacer era hembra, la elfa progenitora sufriría terriblemente durante todo el periodo de embarazo y parto, con altísimas probabilidades de morir en este.
Esto sucedía pues el vinculo que una elfa posee con Gran Madre se forja durante el embarazo, donde dicho vinculo se divide entre madre e hija, y absorbe tantos nutrientes y energías de la madre que es muy probable que esta no sobreviva.
Hace años que no nacen mujeres en el bosque de Nordeste, y las pocas féminas que quedan para poder mantener la especie están por acabar su periodo de fertilidad. Casi por gracia de Gran Madre nace una niña, matando a la ultima procreadora en el proceso. Esa niña es Arlette.
Historia de Arlette.
Arlette nació hace muchos muchos años. Nunca llego a conocer a su madre; segunda princesa del reino, quien había muerto a darla a luz, pero nunca le falto de nada. Desde bien pequeña, los más ancianos de los Elfos que la cuidaban iban mostrándole el poder que tenia, iban entrenándola en el arte del arco, la lucha, en el canto y los modales y en la magia, y aunque ella prefería salir a jugar con los demás, nunca se lo permitieron.
Cuando estaba llegando su edad de madurez, le mostraron por primera vez el propósito por el cual había venido al mundo. Ella debía ser quien hiciera perdurar la especie. Así que cuando alcanzó la madurez para poder procrear la llevaron a ella, junto con otras tres elfas mas, a una sala totalmente blanca, con cuatro camas preparadas con lino y seda. Ataron a cada una de las elfas a las camas con sumo cuidado, pues no debían dañarlas de ninguna de las maneras, y mediante cánticos y magia determinaron el mejor momento para poder iniciar la repoblación.
Arlette tubo mucha suerte, pues para ella aun no había llegado el momento adecuado, como si para sus compañeras. Tras muchos intentos, dos de ellas finalmente fueron bendecidas, y fruto de esa bendición nacieron dos varones. Eso estaba bien, pero necesitaban hembras para poder subsistir y no extinguirse. Con el paso de los años, una de las tres consiguió concebir a una hembra, pero durante el parto, ambas fallecieron. Las otras dos elfas, tras dar a luz una vez mas, dejaron de ser fertiles, así que solo quedaba Arlette para poder traer a una joven elfa al mundo.
Se hicieron muchas, muchísimas pruebas antes de poner en peligro el ultimo rayo de esperanza que tenían los ancianos, no podían cometer ningún error. Le hicieron todo tipo de pruebas, pruebas de resistencia al dolor, pruebas para comprobar cuanto tiempo podía estar sin alimento, todo para asegurarse de que no sucumbiría en el momento del parto. Los días pasaban y nada cambiaba a su alrededor. Se habían llevado a sus compañeras de aquella sala, ya que habían dejado de ser fértiles ya no eran necesarias, así que las liberaron.
Un día, un joven elfo apareció y comenzó a hablar con Arlette. Ella no entendía la razón de aquello, pero no se quejaba, ya que por vez primera desde hacia ya mucho lograba hablar con alguien. Y poco a poco fueron forjando una amistad. Él le contaba historias del exterior, y ella le contaba el deseo que tenia de ser libre. Hablaron y hablaron sobre escapar, la manera de burlar la seguridad y salir al bosque a vivir, ellos solos. Finalmente, Arlette ideó un plan para escapar y dejar de ser una prisionera.
No se quedaría en aquella prisión para ser tratada como un trozo de carne, no iba a ser lo que ellos querían que fuera, así que usando su habilidad con la magia y el canto logró liberarse de las ataduras, y con la ayuda de algunos jóvenes elfos logró salir de allí.
Pero el jóven amigo que le hizo compañía durante tanto tiempo no pudo ir con ella, lo habían atrapado y encerrado, bajo una acusación de traición a la raza. Ella no podía volver a estar encerrada, y a él quizá lo dejaran encerrado años, mientras decidían o no cual seria el castigo. Así eran los elfos.
Tras pensarlo a marchas forzadas, se marchó del bosque del Nordeste y se alejo todo lo que pudo de aquel lugar. Estuvo varios cientos de años viajando solitaria por el mundo, buscando un lugar donde encajar, donde sentirse una mas. En alguna de sus travesías, pudo oír a viajeros y comerciantes hablar de una tierra de belleza sin igual, un lugar totalmente mágico. Algunos decían que eso solo era un cuento de hadas para niños, otros afirmaban falsamente haberlo visto.
Pero Arlette estaba decidida a ir a ese lugar.
Se embarco en la mayor travesía que pudo siquiera haber imaginado, y cuando estaba por dejar de creer en un sueño para niños, Gran Madre la encamino por el sendero correcto.
